Lecturas ..I Agueda, Pio Baroja y Nessi 187 Continuidad de los parques, Julio Cortazar 191 La enemiga, Virgilio Diaz Grullon 193 Ella nose fijaba, Juan jose Millas 197 £1 encargo, Soledad Puertolas 201 ' Nos han dado Ia tierra, Juan Rulfo 207 Vete a jugar al beisbol, jim Sagel 212 .,. - ..:; .. ... ..·""'·-·. -· --·· ... Agueda Pfo Baroja y Nessi Pio Bnrojn (1872-1956) fue 1111n de Ins jigums lifcmrins cspn· liolns mas imporlnllfi:S de In primem pnrte del siglo pnsndo, y su copiosn prodrtcciou lifernrin nbnrcn cnsi todos los gcneros. Este cueuto temprmro, de In colecciou ncerlndnmenle titulndn Vidas Sombrias, ejemplijicn In cuidndosn nmbicnlncion de todn In obm bnrojinun. Sentada junto a los cristales, con Ia almohadilla de hacer encaje1 apoyada en una madera del baleen, hada saltar los pedacillos de bof entre sus dedos. Los hilos se entrecruzaban con fantasticos arabescos3 sobre el carton rojo cuajado4 de alfileres, y Ia danza rulverice despues de sobreponerme al susto ue I o .as extremtdades y, vez, descuartice el torso, los brazosqy 1asme. dto otr el por ultima plernas convutiendolos en un r 7deambular: caminar sin rumbo : el del cuerpo humano donde se sienta a un niiio canJear: 101a v1spera: • d'ta anterior 11 forjar: inventar cogcr nde puntillas: sobre Ia punta de los pies HeJ pozo.· h que se hace en Ia tierra para sacar agua 15 Ia yerba: hterba mont6n de piececitas menudas. Entonces enrolle la toalla envolviendo los despojos16 y tire el bulto complete por el negro agujero del pozo. Tan pronto regrese a mi cama me dormi profundamente por primera vez un mucho tiempo. Los tres dias siguientes fueron de duelo para Esther. Uoraba sin consuelo y me rehuia continuamente. Pero a pesar de sus higrimas y de sus reclamos insistentes no pudo convencer a mis padres de que le habfan robado la muiieca mientras dormfa y ellos persistieron en su creencia de que la habia dejado por descuido en el patio la noche anterior 17a su desaparici6n. En esos dias mi hermana me miraba con un atisbo de desconfianza en los ojos pero nunca me acus6 abiertamente de nada. Despues las aguas volvieron a su nivel y Esther no mencion6 mas la muiieca. El resto de las vacaciones fue transcurriendo phicidamente y ya a mediados del verano habfamos terminado el refugio y alli pasabamos muchas horas del dia pegando nuestros sellos en el album y organizando la colecci6n de mariposas. Fue hacia fines del verano cuando Uego la segunda muneca. Esta vez fue mama quien la trajo y no vino dentro de una caja de carton, como la otra, sino envuelta en una frazada color de rosa. Esther y yo presenciamos como mama la colocaba con mucho cuidado en su propia cama hablandole con voz suave, como si ella pudiese oirla. En ese momento, mirando de reojo a Esther, descubri en su actitud un sospechoso interes por el nuevo juguete me ha convencido de que debo librarme tambien de este otro estorbo1 antes de que me arruine el final de las vacaciones. A pesar de que adivino esta vez una secreta complicidad entre mama y Esther para proteger la segunda mui\eca, no me siento pesimista: ambas se duermen profundamente por las noches, la caja de herramientas de papa esta en el mismo Iugar y, despues de todo, yo ya tengo experiencia en Ia solucion del problema. 16el despojo: resto atisbo: idea vaga 18el estorbo: obstaculo 17el 196 Lecturas Temas de redacci6n I. En este cuento el narrador ...